miércoles, 23 de julio de 2008

Una joya española y universal: Santiago Ramón y Cajal

Hoy día 15 de julio de 2008 he tenido el privilegio de asistir en el Centro de Alzheimer de la Fundación Reina Sofía a la presentación del DVD, Santiago Ramón y Cajal: las mariposas del alma.


Me ha conmovido. Apenas si he podido ver la mitad de la presentación y tengo urgencia en compartir lo visionado.


Santiago Ramón y Cajal tuvo sin duda alguna acceso a los conocimientos sobre el origen del origen. De alguna manera y tal como otros grandes hombres, Einstein, Beethoven o Graham Bell se le dio la oportunidad de ojear el gran libro de la vida.


Médico, investigador, escritor, fotógrafo, filósofo, artista y hombre comprometido fue capaz de adelantarse a la mecánica quántica y al universo holográfico. Cajal habla de los axones y del intercambio de estos con las dendritas, en una red neuronal semejante en fractal a la que compone el universo entrelazado. El axón emite mensajes químicos sin aparente soporte material, que están a un tiempo en multitud de estados simultáneos. Del cerebro a la mente, de la mente al origen, donde quiera que este se encuentre. Un microscopio, apenas capaz de ver más allá de lo que se podía en la época y su determinación de hombre de bien, fueron más que suficientes para adelantarse a la moderna neurociencia.

El buen pensar, la responsabilidad de emitir sólo lo mejor que haya en nosotros, se confirma desde el entrelazamiento de redes que conforma el gran cerebro de la humanidad en su conjunto. Observar los dibujos de Cajal, las interconexiones que dibujan neuronas, dendritas y axones. Saber que somos en realidad lo que emitimos, que estamos reproduciendo de continuo lo de dentro hacia fuera, debiera de hacernos meditar sobre lo oportuno de hacer un cambio en nuestras vidas y cuanto antes. Nada es ajeno y todo está interconectado, en un bellísimo cuadro de profundidad infinita.


Hay muchas claves en este DVD, tanto en lo concerniente a la ciencia más clásica, como a los valores más delicados del ser humano o a la rapidez y el porqué de las cosas que pasan. Lo recomiendo vivamente.


El vídeo está audiodescrito y subtitulado, versiones español e inglés, puede ser por tanto visto y oído también por ciegos y sordos


Tenemos el gusto de anunciarle la presentación oficial del DVD SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL: LAS MARIPOSAS DEL ALMA, producido por TVE Comercial, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (Fundación CIEN) y la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Este DVD contiene el documental del mismo nombre, de una hora de duración, coproducido por TVE y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, con motivo del centenario de la entrega del Premio Nobel a Ramón y Cajal.

Ganador del GOLDEN AWARD FOR THE BEST BIOGRAPHY en el World Media Festival 2007 (Hamburgo) el documental se ofrece en este DVD que presenta, además, una serie de contenidos extras. Con ellos se completa este proyecto, muy recomendable a nivel educativo y divulgativo de nuestra ciencia y de los valores universales que impulsaron a Cajal a realizar su tarea, cuyos resultados le han llevado a ser el fundador e inspirador de la neurociencia moderna.

http://www.divisared.es/Paginas/FichaProducto.aspx?idTitulo=1213

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Hará como cosa de diez o quince años escribí esta narración sobre Leslie Lemke, que creo complementa lo referido anteriormente.

LESLIE LEMKE

Por FLV

May dudó unos instantes; no por falta de resolución, sino porque era consciente de la responsabilidad que asumía al hacerse cargo de un niño en aquel estado. La adopción de un niño, en fase terminal, suponía para ella ser responsable de algo tan extremadamente serio, como ayudar en el tránsito de una etapa de vida, precaria, a otra en la que sólo Dios sabe que nos aguarda.

Leslie hizo su irrupción en este mundo en Milwaukee, allá por mil novecientos cincuenta y dos. Su madre lo dio en adopción nada más nacer. Tras un parto prematuro, llegaba a la vida con una gravísima afección ocular y desarrollaba un glaucoma, por el que fue preciso extirparle ambos ojos. Sufría también de daños en el cerebro y su frágil salud inducía a pensar que el hálito de la existencia iba a escapársele en breve.

El fragilísimo estado del niño movilizaba al servicio social del condado, empeñado en hallar una persona que se hiciera cargo de una criatura en tal situación, evitando que muriese en un hospital, lejos del cariño de una madre.

Dieron con la persona, May Lemke, su madre desde entonces. Esta mujer, enfermera de profesión, contaba cincuenta y dos años al hacerse cargo del niño y tenía además cinco hijos propios.

Los hijos de May habían comenzado a independizarse. De hecho, vivía prácticamente sola con su marido Joe, en una modesta cabaña cerca del Lago Pewaukee. May guardaba, sin embargo, mucho amor dentro de sí, en disposición de ofrecerlo con generosidad a quien lo precisara.

May cuidó toda la vida de Leslie con cariño infinito. Enseñó a éste todo cuanto de ella precisaba: a comer, para no morir atragantado, a comunicarse, por medio de sonidos y del tacto de las manos; a caminar... May residía prácticamente de manera permanente en el corazón del niño.

Leslie no sólo no murió, sino que se fue transformando en un muchacho grande y fuerte, cuidado en todo momento por las bondadosas manos de la menuda y bella mujer que era May.

May pasaba el día cantando y hablando a Leslie. De hecho, Leslie permanecía amarrado a ella por una cinta desde el amanecer al ocaso. Se le ocurrió en una ocasión poner las manos del niño sobre un piano. El niño se dejó hacer.

Leslie se sintió intrigado por el ritmo y por la música desde el primer momento. Poseía una prodigiosa memoria y era capaz de reproducir las canciones escuchadas, o de repetir cualquiera de las conversaciones que hubiese escuchado, días e incluso meses antes.

Leslie contaba catorce años de edad cuando vino a acaecer que una noche quedó embelesado, en unión de sus padres, por el fondo musical de una película emitida en televisión. May, Joe y Leslie se fueron a la cama con el regusto del buen cine y la emoción del agradable sonido. Al amanecer, May volvió a escuchar la dulce melodía. Resultaba extraño, pero pensó que Joe tal vez se habría dejado puesta la televisión.

Bajó presurosa las escaleras del cuarto y al llegar al recibidor, la sorpresa y la emoción la dejaron sin aliento. Allí, frente a ella, se estaba produciendo el milagro tantas veces rogado a Dios. El ser desahuciado, condenado a una muerte prácticamente segura, se le manifestaba en la gozosa plenitud de la melodía que le fluía del alma a las manos.

Un niño ciego, autista, con parálisis cerebral y salud quebrada, deslizaba sus dedos por las teclas del piano, e interpretaba a la perfección el Concierto Nº 1 en Piano de Tchaikossky.

Sólo una vez en toda su vida había tenido Leslie la ocasión de escuchar esta pieza. Resultó más que suficiente. Nunca hasta entonces había interpretado nada o recibido clases de música, salvo el acompañamiento rítmico apoyado por los dedos de su madre.

May rebosaba de contento En la convicción de que debía de hacer partícipe del regalo de la música de Leslie a la comunidad, se decidió por dar a conocer sus habilidades en iglesias, escuelas...

Leslie provocaba el asombro entre quienes le escuchaban. Su repertorio resultaba ilimitado. Era capaz de reproducir cualquier canción con solo escucharla una vez. Su fama comenzó a extenderse por doquier.

En una ocasión, Walter Cronkite, de la CBS, daba inicio a uno de sus programas informativos vespertinos, con la siguiente noticia: “esta es la estación del año en la que se celebra un milagro. La historia que les voy a narrar pertenece al período del año en que nos encontramos. Es la historia de un joven, un piano y un milagro”.

Desde entonces, Leslie ha dado conciertos a lo largo de EE.UU. Ha estado incluso de gira por Japón. Hoy es el día que sigue ofreciendo conciertos gratuitos en guarderías, cárceles o iglesias.

Lo realmente sorprendente de esta historia de personas que padecen de discapacidad en grado extremo, es el círculo que se cierra sobre sí, del amor al amor.

En mil novecientos ochenta, May comenzó a padecer la enfermedad de Alzheimer, enfermedad de la que más información se dispone y sobre la que más se ha investigado hasta el momento; pero de la que aún no existe tratamiento eficaz que la combata.

En realidad el Alzheimer es la enfermedad del olvido. Las referencias más elementales se trastocan. La desorientación es una constante, que daña a quien la padece y duele a quien acompaña. May iba olvidándose de todos, de sí misma y hasta de su querido Leslie.

Sólo de tanto en tanto una sonrisa se le dibujaba en los labios. Era cuando Leslie ejecutaba en el piano las dulces melodías, que todavía perduraban en algún lugar del dañado cerebro. Entonces sonreía y decía “éste es mi chico”.

Si la música cesaba, May caía en el mutismo y se encerraba en el olvido. Falleció el seis de noviembre de mil novecientos noventa y tres.

Leslie vive ahora con una de las hijas de May. La música es su idioma y le hace hablar, disfrutar e incluso le hace aflorar un cierto sentido del humor.

Leslie padece el síndrome del sabio. Es un síndrome extremadamente raro – personas que padecen de discapacidad, pero que gozan de habilidades, que serían notables incluso en personas “normales” -. Sin embargo, lo realmente sorprendente es el prodigio de la música que le llega desde el ángel que lo habita.

Es probable que no se hayan dado en el último siglo más allá de las cien personas que padezcan este síndrome. Leslie es un caso único entre mil millones.

Hoy es el día también que su música sigue acariciando las copas de los árboles y rezuma el cielo en el que May sonríe diciendo “éste es mi chico”.

REFERENCIA: An inspirational perfomance

http://wismed.org/foundation/lemke.htm

http://video.google.es/videosearch?q=leslie+lemke&sitesearch=#

viernes, 13 de junio de 2008

Ambiente y Sociedad

Estimados todos:

Vivimos la manifestación de un presente, efecto de las causas pasadas que lo han provocado. No hace falta situarse frente a una pantalla de televisión o salir a la calle, para percibir la oleada de miedo y angustia generalizados. Pero ¿de qué somos responsables? Pues tan sólo de eso: de nuestros miedos y angustias. Nada de lo que vaya a acontecer e incluso de lo que ya haya sucedido, va a impedir el tsunami psíquico que conlleva el cambio de paradigma, pero sí lo puede amortiguar y hacer que sus efectos sean menos devastadores.


De hecho, lo que ocurra, tal vez sea lo mejor que nos pueda suceder. Vivimos pensando únicamente en la subsistencia, no en la vivencia. Hay quienes compran toneladas de papel higiénico, arrasando estanterías de supermercados, porque se cagan de miedo. ¿No es ya llegado el momento de mirar hacia atrás, a ver si es la capa sujeta al arbusto y no el fantasma quien nos agarra?¿No es ya llegado el momento de vivir, siquiera unos instantes?


El cambio es un proceso que hay que experimentar, y dar consejos o advertencias puede sencillamente estimular aún más los ruidos. Me permito simplemente recordar que también más que nunca es llegado el momento de la conciencia y de la honestidad. Salvar al mundo, pero comenzando por nuestro propio mundo interior; nuestros pensamientos, palabras y acciones. Y ponernos al servicio de la Tierra, en algunos casos simplemente no haciendo nada, sino dejando que se manifieste lo que la madre demande.

Un abrazo a todos

Francisco Limonche Valverde

Me permito sugeriros echéis una ojeada a ECOPORTAL y a estos dos blog:
Portal ORIÓN
http://www.888portaldeorion.blogspot.com/
RETIRO EN ROBLEDO DE CHAVELA, MADRID 12 y 13 julio
http://www.institutopsicobiologico.com



domingo, 1 de junio de 2008

Una experiencia

He vivido la experiencia de la oscuridad. A mil quinientos metros de la entrada de una cueva y a unos cien de profundidad, la ausencia de luz se vive entre el miedo y la paz; entre la pequeñez y la lejanía estratosférica de la mundanalidad, siquiera sea un minuto. No hay espacio en el cerebro para un solo pensamiento, que no sea el de la vivencia de ese justo presente.

Ha sido en Cantabria, en la cueva del Soplao, el sábado de la pasada semana, veinticuatro de mayo de dos mil ocho, http://www.elsoplao.es.

La cueva del Soplao es en sí es un portento de la naturaleza: billones de gotas calcáreas diamantinas, brillan por doquier; racimos de caprichosas formaciones, de estalactitas y estalagmitas, asemejan ramos de flores; columnas marmóreas, bosques petrificados, sirenas varadas; formaciones que crecen caprichosamente, desafiando la ley de la gravedad, horizontalmente, inclinadas, en semicírculo…

Allá donde los mineros atisbaron el final del zinc, del plomo y del hierro continuaba la grandeza de lo desconocido para ellos; bellas formaciones que hacen percibir el pálpito del infinito. Cielo y tierra, firmamento y negrura totales que se esconden tras el útero materno de lo que somos y de donde venimos.

No se ve nada, por más que te esfuerces en agrandar el iris: los ojos son absolutamente inservibles sin luz artificial.

El grupo, de unas veinte personas, conducidas por dos espeleólogos, llegamos al lugar asignado. Tomamos asiento. Uno de los espeleólogos nos pasó un pedazo de estalactita en forma de falo, no sin cierto alborozo por parte de las mujeres. Indicó entonces que según fuésemos palpando la pieza, apagásemos la luz de nuestros cascos. Así lo hicimos. Cuando la estalactita llegó al último, se hizo la ¡oscuridad total¡

¿Dónde está la soberbia del hombre, si apenas a unos metros de la superficie, carece de todo? Es miedo, pero al tiempo es también la seguridad de la madre. La madre que tiembla de fiebre y de amor; que sacude sus entrañas y expele los malos humos; que se derrite y sin embargo ofrece una alfombra de flores para los ojos que salen de su seno.

La madre es la Tierra, es la diosa y es María; es la naturaleza y es el ser fractal de luz y de su ausencia en nosotros mismos. Allá en el fondo de una cueva lo pude percibir.

Recomiendo esta visita. Más en http://www.elsoplao.es




jueves, 17 de abril de 2008

Camino de Santiago. CRONICA DE UN CAMINO, 17 de Abril de 2008

Escrito que recoge mis impresiones sobre el Camino de Santiago

http://limonche.blogia.com/ (fotografías y tres primeras etapas)

Madrid a jueves, 17 de abril de 2008

Escribo esta crónica sólo unas horas después de haber llegado en tren desde Santiago de Compostela. Lo hago así para transcribir lo más fielmente posible las primeras impresiones de esta experiencia.

El camino andando a Santiago lo inicié en compañía de dos compañeros de la empresa en la que trabajé hasta mi prejubilación: Telefónica. Estos dos compañeros (Antonio y Julio) fueron quienes planificaron el viaje. Ellos tuvieron la gentileza de invitarme y desde aquí va para ellos mi agradecimiento.

Dicho esto he de expresar en primer lugar que esta ha sido una experiencia durísima, apegada a la tierra y alejada en cierta manera del cielo, sin concesiones; planificada y ejecutada con tremenda precisión, por dos ingenieros de planificación de redes de telecomunicaciones, que es la profesión que los mencionados ejercieron hasta su prejubilación.

Todo viaje genera unas expectativas. Yo esperaba la dureza; pero esta ha superado con creces todo lo imaginado.

Apenas si ha habido un instante para la meditación; la contemplación del árbol, la ermita o la puesta del sol. Jornadas con un promedio de treinta quilómetros, de desayuno a comida, literalmente (de siete de la mañana a dos o seis de la tarde en ocasiones), sin apenas resquicio para la parada, descanso o contemplación. Veintidós días que comenzaron el dieciocho de febrero y en tres jornadas salteadas de semanas distintas y diecinueve jornadas consecutivas, nos llevaron de la iglesia parroquial de Santiago y San Juan Bautista de Madrid, a la Catedral de Santiago, donde llegamos el miércoles de esta semana, día dieciséis de abril del año en curso de dos mil ocho.

La distancia que separa la iglesia de Santiago de Madrid de la catedral del mismo nombre en Compostela, de acuerdo con la asociación de amigos del camino de Santiago de Madrid http://www.demadridalcamino.org, es de seiscientos setenta y seis quilómetros, justo el mismo número en metros a que se encuentra la mencionada iglesia con respecto del nivel del mar, que es de seiscientos setenta y seis.

Los diecinueve días seguidos los iniciamos en Segovia, el día veintinueve de marzo. La primera impresión de Segovia, vista en la lejanía desde Zamarramala, donde una vez al año las mujeres mandan sobre los hombres, es sobrecogedora y alienta cuadros de belleza semejante en jornadas posteriores. En la iglesia parroquial de Zamarramala, iglesia de la Magdalena, el párroco nos estampa el primer sello de nuestra acreditación continuada y nos habla de su iglesia. En ella contemplo en el pórtico de entrada y junto al altar, en el sagrario, el sol y la luna, símbolos “paganos” en un templo católico. Esta es una señal simple, de que todo forma parte de lo mismo: la tierra y el cielo; de que no hay privilegios, ni atribuciones de exclusividad. La madre tierra es el origen de la vida. La madre María es la continuación o evocación de una misma cosa.

El día siguiente, día treinta de marzo, el trayecto de Santa María la Real de Nieva a Coca, pasa entre otros por Navas de la Asunción, lugar donde Margarita, la hospedera del albergue y pastelera nos obsequia con pastelillos.

Margarita, a pesar de ser hospedera, no sabe del camino más allá de los seis quilómetros en ambos sentidos. Es sin embargo devota y agradecida de los peregrinos.

En Santa María la Real de Nieva visitamos el templo de Nuestra Señora de la Soterraña, anterior monasterio de dominicos, en el que yacen quinientos de ellos cubiertos cada uno por una especie de lápida de madera, junto a la tumba de un inquisidor cubierto de una lápida de mármol. La sensación que me produce esta visita es de inquietud.

El día dos de abril es el que se me hace más duro y provoca posteriormente una tristeza cercana a la depresión, que me hace incluso dudar de si continuar o no. Este día recorro cerca de cincuenta quilómetros, mochila de diez quilos a las espaldas, y apenas una parada de cuarenta minutos para comer unos huevos fritos y un pedazo de lomo de cerdo, siendo que no he probado la carne en más de dos años y que esta se nos sirve frita en su propia grasa.

La llegada del dos de abril es a Medina de Rioseco, donde se nos presenta un cura muy peculiar, Jano, que se asemeja más un bohemio de larga melena y rostro peculiar, que a un sacerdote. Jano nos regala una maravilla: la visita a la iglesia de santiago apóstol de Medina Rioseco. El retablo y toda la iglesia están centrados en el apóstol http://es.wikipedia.org/wiki/Medina_de_Rioseco . Aquí comienza de alguna manera la vibración de Santiago, que continuará haciéndose presente en otras muchas iglesias o templos a él dedicados a lo largo del camino.

El día tres es el día en el que mi hijo Francisco Javier cumple veintiséis años. En la noche prácticamente no duermo, con aprensión en el pecho, pensando que de un momento a otro el corazón me pueda fallar. Decido no caminar ese día, que es justo una de las etapas más suaves y bonitas, Medina de Rioseco- Villalón de Campos, a orillas del Canal de Castilla.

El remordimiento de dejar solos a mis dos compañeros, unido al hecho de pasar el día del cumpleaños lejos de mi hijo, la situación de mi otro hijo; los mensajes de mi hija y el hecho de sentir que sí me fallo es a ellos y a mí mismo, me sumen en un estado de apatía profundo. Justo entonces aparece Santiago, un hospitalero del camino, de sesenta y ocho años, al que comento que he hecho la etapa en taxi.

- Pues los que llegan en taxi a los albergues en los que yo soy el hospitalero, no les dejo pasar. El camino es para hacerlo a pie, me regaña.

Sus palabras me hacen reaccionar y decido que al día siguiente, duerma o no, voy a seguir andando.

Así lo hago, pero sucede algo curioso. En Santervás de Campos, un pueblo cercano, en el que hacemos un alto y desde el cual se contempla el pueblo anterior, vemos a lo lejos que llega un peregrino: Santiago.

Saludamos a Santiago y contemplamos estupefactos que sin rubor alguno levanta la mano, para un coche y pide con desparpajo que le lleven al albergue del pueblo siguiente. Sus palabras de reproche evidentemente no iban dirigidas a él mismo; probablemente iban dirigidas a mí.

Este es el día también en el que me llama Carmen, una prima de mi primera esposa, con la que mantengo una buena relación de amistad, para comentarme que ha sido madre. Lo entiendo como un regalo y como la vida nueva que se manifiesta en este camino

Al día siguiente llegamos a Sahagún. Aquí, en la iglesia de San Tirso, convertida en museo, hay una tumba de piedra impresionante, que no se sabe bien a quien contiene o contuvo, pero que transmite muy buenas vibraciones. Me gusta y me deleito un instante, sentado frente a ella.

El día cinco hacemos el trayecto Sahagún- Mansilla de las Mulas. En mitad del camino me sorprende mi cuñado Néctor, que viene en sentido contrario. No me reconoce con la barba que llevo de varios días y contemplo con divertimento como me saluda sin saber quien soy. Su llegada me reconforta y es de una gran ayuda, pues hace calor y la distancia que me separa de mis compañeros es apreciable. Néctor viene a darme ánimos y es una bendición en el momento más oportuno.

Al día siguiente caminamos de nuevo cerca de cincuenta quilómetros en nuestro paso por León. Aquí me sucede algo curioso. Al aproximarme a la catedral, un joven, de la edad más o menos de mi hijo Roberto, se acerca a mí y sin dejar de mirarme a los ojos, con los suyos claros y azules me grita:

- ¡El amor es una tristeza¡

Yo le digo:

- Ámate a ti mismo y aprenderás a amar sin tristeza

Me sorprende el muchacho, que se aleja sonriente. Visito la catedral y a la salida de nuevo me espera:

- Entonces, me dice, lo que hay que hacer es amarse a uno mismo, ¿verdad?

- Sí, así es, le digo. Si te amas, amarás a los demás sin depender de nadie nada más que de ti mismo

El día siete nos caen unas gotas de granizo camino de Astorga. Otros días tendremos lluvia, nieve y sol.

El día ocho, en Rabanal del Camino, tenemos la oportunidad de escuchar el gregoriano de dos monjes benedictinos y de recibir de ellos la bendición del peregrino. Este es el día precisamente en el que me llama compungido mi hijo Francisco Javier para decirme que Bécquer, nuestro viejo gato persa, ha muerto.

El día once llegamos a Cebreiro, donde según la leyenda tuvo lugar el milagro de Cebreiro http://www.corazones.org/lugares/espana/cebreiro/a_cebreiro.htm y es lugar donde se encuentra el santo grial. La subida es brutal, más de ochocientos metros de desnivel en apenas siete quilómetros. El corazón parece querer salírseme del pecho. Controlo el nerviosismo y finalmente tras una penosa subida alcanzo el objetivo.

En Cebreiro hablo con Manuel, un peregrino transeúnte, sin techo, un “mendigo” alcohólico que lleva seis años haciendo el camino. Manuel me dice que el camino nunca está solo, incluso el treinta y uno de diciembre de cada año. Me habla también de su familia, a la que no ve desde hace doce: me cuenta que no quiere dormir en albergues, porque no dejan entrar a su perro y me habla de otras muchas cosas. Es un hombre más joven que yo, pero tiene un aspecto cansado y triste, al tiempo que ajeno y distante. Manuel se me asemeja a Cristo. Me despido de él y le deseo suerte.

A la entrada de Triacastela hay un castaño que según nos comenta un lugareño tiene mil setecientos años. En la provincia de Lugo cada castaño o dada roble son como un monumento, una escultura viva en búsqueda de la perfección. Hay miles y miles y a cada cual más bello. Me detendría una eternidad para tocarlos o deleitarme en su contemplación, pero la marcha apremia.

Aroma el trayecto el brezo violeta, el enebro amarillo, los miles de colores del campo lucense, en los que la madre tierra se reconcilia con la sequedad cuarteada que se viene arrastrando desde Madrid.

El día doce me llevo una sorpresa aún mayor. Al llegar al hotel, a punto de arrojar la mochila, que me pesa y estorba, me esperan Sagrario y mi hermana Mari. Sagrario es mi amor. Me mira y se emociona. Yo no sé de qué manera llegar hasta ella. Las piernas me tiemblan del cansancio y de la impresión; la mochila se cae al suelo. Cesa la lluvia que viene cayendo y al poco perfuma el cielo una diadema de arco iris, que le ofrezco como regalo.

El día trece me llama la madre de mi primera esposa. Hace siete años de la separación y es la primera vez que lo hace. Dice que lo sintió mucho y que vaya a verla, pues se encuentra muy sola. Esta llamada me reconforta y reconcilia en cierta medida con ella.

El día quince me llama Esther, amiga, consejera y delicada mujer de carácter, que me insufla energías en el momento en el que de nuevo vuelvo a fallar. Otra vez es en Arzúa, justo donde hace cinco años, en mi primer camino de santiago, no pude con la subida, donde experimento una vez más una pequeña lipotimia. Es entonces cuando la llamada de aliento de Esther, los mensajes de Charo, Isabel y Domingo me ayudan en los últimos tres quilómetros.

Resumir el camino a trompicones puede dejar la impresión de que este ha sido una mera continuación de etapas. Así ha sido en cierta medida. Sin embargo, he podido apreciar detalles. El camino huele a María Magdalena, en iglesias y conventos dedicados a ella, pero también a la huella delicada del artista, que plasma en lienzos y tallas el amor que aún perdura. Maravillosa la talla de la catedral de Astorga, en su capilla de la Magdalena, en la que esta ofrece la ternura de sus pechos al aire. Conmovedora la talla de Ponferrada, en la que contempla enamorada a Jesús en la cruz. El camino huele también al sudor del peregrino; a los que dejaron su vida en el trayecto; a los que olvidaron cosas en él, a los turigrinos, que van sin saber bien porqué pero vuelven transformados.

No hay conclusión de este camino. De los seiscientos setenta y seis quilómetros desde Madrid yo he recorrido seiscientos veintiséis, dos jornadas de veinticinco las hice en coche. Aún me queda lo mejor por recorrer.

El abrazo del santo lo recibís todos cuantos recibís a su vez este correo. A los que así me lo pidieron los mencioné expresamente en el abrazo físico; de los demás lo hice por escrito particularmente o de manera generalizada para no olvidarme.

BENDICIÓN DE PEREGRINOS DEL MONASTERIO BENEDICTINO DE SAN SALVADOR DEL MONTE IRAGO

Oh Dios, te pedimos bendigas a estos peregrinos que, por amor de tu nombre, van a Compostela. Sé para ellos compañero en la marcha, guía en las encrucijadas, aliento en el cansancio, defensa en los peligros, albergue en el camino, sombra en el calor, luz en la oscuridad, consuelo en el desaliento, firmeza en los propósitos. Que por tu guía lleguen salvos al término de su camino y, enriquecidos de gracia y de virtudes, vuelvan de regreso a casa, que ahora se duele por su ausencia. Por Jesucristo, nuestro Señor

EL CAMINO DE SANTIAGO: http://www.iultreia.net/

Francisco Limonche Valverde flimonche@coitt.es

lunes, 3 de marzo de 2008

Camino de Santiago. SEGUNDA ETAPA, 3 de marzo de 2008

ESCRITO DE JOSÉ ANTONIO ELIZONDO SEDANO

Amigos:

La sexta sesión de puesta a punto del lunes día 3 comenzó con la pérdida de uno de los participantes, de modo que en vez del cuarteto previsto, hicimos la caminata sólo el trío compuesto por Julio Mira, Paco Limonche y yo.

El peregrino perdido fue Juan Antonio Sánchez Moreno, que tomó un tren equivocado en la estación de Príncipe Pío y se fue a Cercedilla, el final de nuestra etapa, y no a Colmenar viejo, que era el comienzo previsto.

El tren en el que viajabamos el trío llegó a Colmenar Viejo con un poco de retraso a las 8:20, de modo que comenzamos a andar a las 8:28, después de que Paco se tomara un desayuno en el bar de la estación. Para la próxima caminata os recuerdo la conveniencia de salir bien desayunados de casa.

Desde la estación de Colmenar Viejo nos dirigimos a su parroquia para encontrarnos con las señales del Camino de Santiago y abandonar el pueblo por el Camino Bajo de Cerceda. A las 9:15 alcanzabamos el mojón que nos indicaban que nos faltaban sólo 639 kilómetros para llegar a Santiago.

A las 10:06 cruzabamos un puente medieval junto a las ruinas de un batán.

Pasadas las 11:30 llegabamos a las proximidades de Manzanares el Real.

A las 12:06 pasabamos por el desvío a La Pedriza, y ya nos faltaban sólo 624 kilómetros para nuestro destino final.

Un poquito antes de llegar a Mataelpino pasamos por la ermita de San Pedro, donde nos refrescamos en su fuente, pues hacía una mañana primaveral, con un sol de justicia.

A las 13:11 llegabamos a Mataelpino y continuamos hacia Becerril de la Sierra.

A las 13:31 encontramos un árbol precioso, y Paco no pudo reprimirse y lo abrazó fraternalmente.

A las 14:04 alcanzamos el mojón que nos decía que ya sólo nos faltaban 615 kilómetros.

A las 14:42 llegamos a Navacerrada, donde decidimos comer, pues ya veíamos que era imposible llegar a Cercedilla a una hora en que pudieramos encontrar un restaurante abierto.

Mi podómetro marcaba 32,75 kilómetros.

Al llegar a Navacerrada Julio nos llevó sin pérdida al restaurante Espinosa que tanto él como Paco ya conocían y que estaba justo en el camino marcado.

En este restaurante, situado en el número 2 de la calle Sacramento (Cerca del ayuntamiento), por si a alguno le pudiera interesar visitarlo, recuperamos fuerzas. Paco tomó de primero una sanísima crema de verduras, mientras que Julio y yo nos intoxicamos tomando cada uno dos platos llenos hasta el borde de callos con garbanzos, pues en el restaurante cometieron la imprudencia de dejar en nuestra mesa un recipiente lleno de dicha mezcla explosiva. Hubo un camarero que fue reprendido severamente por Julio, pues pretendió llevarse el recipiente antes de haberse servido la segunda ración.

De segundo Julio tomó croquetas y Paco y yo dorada a la espalda acompañadita de pimientos rojos. Estaba muy bien guisada y sabrosa.

De postre tomamos unas raciones de natillas para Julio y Paco, y una de tarta de chocolate para mí.

La faena fue acompañada con vino tinto y casera, y la rematamos con unos cafés para Julio y para mí, y un té para Paco.

A las 15:55 abandonamos el restaurante previo pago de 10 euros por barba, incluyendo propina y seguimos las flechas amarillas hasta Cercedilla.

Llegamos a la estación de autobuses de Cercedilla a las 17:10, y mi podómetro marcaba 39,66 km. Julio dice que el podómetro contó de más en este último trayecto porque dí pasos más cortos al ser un camino de bajada. También es posible que fuera debido al rebote interior que iba sintiendo por la carga de garbanzos.

Dió la casualidad de que estaba saliendo un autobús hacia Madrid, de modo que me adelanté e hice señas al conductor para que parara y nos recogiera. Así lo hizo y llegamos a la parada que hay en el exterior de la estación de metro de Moncloa, donde estudiamos los puntos de salida de autobuses para la salida de la próxima sesión, visitamos a mi hija Almudena en su cubículo de Bibliometro y tomamos el metro para nuestras casas respectivas.

La velocidad media conseguida en el tramo Colmenar Viejo - Navacerrada fue de 5,25 km/h. , en el tramo Navacerrada-Cercedilla fue de 5,53 km/h. y en el total de la etapa fue de 5,30 km/h.

Si hacemos caso a lo indicado por los mojones, entre los mojones 639 y 624 alcanzamos una velocidad media de 5,26 km/h. , entre los mojones 615 y 624 la media fue de 4,57 km/h, y entre el primer y el último mojón fue de 4,98 km/h. Podeis comprobar las horas de paso por los mojones viendo las propiedades de las fotos que os envié ayer. En la solapa resúmen aparece la fecha, hora y minuto en que fue tomada cada foto.

Acordamos llevar a cabo la séptima sesión el próximo martes, día 11 de marzo, festividad de San Ramiro.

El plan para dicho día consiste en recorrer la tercera etapa del Camino de Madrid, es decir, la etapa Cercedilla-Segovia. Según la información que tenemos, no existe ningún restaurante hasta el final de la etapa de modo que, ante la posibilidad de no llegar a Segovia a una hora en que estén abiertos los restaurantes, resulta necesario ir provistos de bocadillos y de agua suficiente para la caminata, pues no es seguro tampoco que encontremos fuentes. Si los hados nos favorecieran y llegaramos a buena hora a Segovia podemos guardar los bocadillos para cenar en casa.

La hora de cita para la salida son las 7:00, y el punto de cita es la puerta de la dársena 22 de la isla 2 (amarilla) del nuevo Intercambiador de Moncloa. Si vais en metro el acceso a la isla 2 está justo enfrente y a la derecha de las exclusas de salida (Hay un punto de información a la entrada misma del pasillo de acceso a las islas ¿archipiélago? y se ve desde las esclusas de salida). La compañía es autobuses "Larrea" y la línea es Madrid-Cercedilla (¡Juan Antonio, no tomes otra vez un atajo subiéndote a un autobús que vaya a Segovia!)

La vuelta la haremos en autobuses de la compañía "La Sepulvedana", que finalizan en la Estación Sur de Autobuses en Méndez Álvaro.

Como en otras ocasiones os recuerdo la conveniencia de comunicarme antes de que acabe el domingo, si teneis intención de acudir, para así saber a quienes tenemos que esperar.

Un abrazo,

Antonio
Ultreia et Suseia
DHHG

Sólo me cabe añadir algo que la discreción de Antonio ha omitido: me desvanecí en el restaurante. Creo que fue un corte de digestión, dado que mezclé varias bebidas muy frías y las natillas también lo estaban. Es la primera vez en mi vida que pierdo el control, pues aún en las circunstancias más delicadas, hasta entonces nunca me he desmadejado de tal manera. Me atendieron Antonio y Julio, la dueña del restaurante y un cliente, no sé si médico, farmacéutico o sanitario, que verificó mi pulso, puso mis pies en alto y fue el ángel que me recuperó. Gracias a todos. Un abrazo desde el corazón.

Francisco Limonche Valverde

lunes, 18 de febrero de 2008

Camino de Santiago. PRIMERA ETAPA, 18 de febrero de 2008

Queridos todos:

El 18 de este mes de febrero, comienzo de año maya en el calendario tzolkin, comencé junto con dos amigos el Camino de Santiago desde Madrid.

Hora de comienzo 8,40. Lugar, Torres Kio, Plaza de Castilla de Madrid. La salida había tenido lugar en realidad unos días antes desde el corazón, al ir por mi acreditación y las de mis dos compañeros a la Iglesia de Santiago Apóstol (dos de las personas que aparecen en la foto son compañeros de las tres primeras etapas).

Ya en la Iglesia de Santiago Apóstol un mendigo me ofreció el primer regalo del camino: dos zapatillas nuevas de mujer.


Llegamos a Colmenar alrededor de las 15 horas, tras atravesar ocho meandros de riachuelos que florean el camino e ir bordeando las tapias del Pardo

Me gustaría haber escrito con calma este correo y tenía idea de haberlo hecho días antes del 25 de marzo, pero siento que debo de hacerlo ya.


La segunda etapa está prevista para el lunes de la próxima semana. Tras esta habrá una tercera y luego, una vez pase la Semana Santa, ya sin pausas, 19 días seguidos.


Ocurren cada vez más cosas de la luz que llega y al tiempo de la oscuridad que se resiste. Así lo vivo yo mismo dentro de mí. Tal vez este camino no lo podáis recorrer físicamente junto a mí, pero si vuestra luz y cariño me acompaña, al llegar a Santiago enviaré el abrazo del Apóstol a quien así me lo pida expresamente.



Francisco Limonche Valverde